lunes, 4 de enero de 2016

Lejos de casa: mi hijo se hace monje zen

Seguramente por cuestión de una opinión de terceros o porque hemos tenido la fortuna de emprender el idilio amoroso con la lectura, nos hemos topado con diferentes géneros, historias, narrativas, perspectivas que hace que un autor amaine un ápice de este lado frívolo que como seres humanos nos caracteriza. Cada hoja que se desliza entre los dedos del lector, cada palabra atrapada en su mente recreando escenarios sin diques de la imagen visual que se autoproclama en la televisión, por ejemplificar, nosotros somos dueños de lo que queremos llevar a cabo en el vaivén de las letras y voces, de los sueños y realidades, de lo vivo y de lo muerto, un mundo que se expande detrás de la pasta de un libro sin contar que en tiempos contemporáneos lo tenemos a un clic de distancia.


Con esta pequeña introducción quisiera iniciar la sección de recomendación de un libro, un poco alejado de lo que es manga, quisiera remitirme a lo tradicional sin querer encapotar la visión de ustedes queridos amigos, tengo el propósito de desbrozar el letargo injustificado que impide leer un libro de vez en cuando. Uno no es ninguno, ese sentimiento me embarga cuando llego al final de una trágica histórica, de un bandolero que murió defendiendo principios pueriles, de un corrupto policía que dilucidó los principios de la vida, ah ¡al final de todo se trata de personas tomando decisiones! Y lo mismo me pasó cuando terminé esta corta pero satisfactoria historia.

Quien este familiarizado con la lectura japonesa sin dudas en su mente acudirá este reconocido nombre “Haruki Murakami” pues no señores, saltaré lo predecible y no será mi primera recomendación, tendrá en otro momento una digna reseña este formidable autor pero he pensado en recomendar un libro que siento que a todos les gustará y es un aceptable relato que permite entrar poco a poco en la vasta lectura japonesa.



“En realidad, Ryota no parece ser un chico con inclinaciones religiosas de verdad. Le gustan los programas de televisión, las hamburguesas de McDonald´s y los coches tanto como a cualquier otro chico, aunque cada domingo practica meditación zen con su padre. A pesar de todo ello, al principio de su adolescencia, dejó atrás su casa, su familia, y hasta su nombre de nacimiento para entrar en el ascético universo del templo local….”









Así comienza esta historia a cargo de Kiyohiro Miura, nacido en preludios de la segunda guerra mundial (1930) es un escritor japonés obteniendo el prestigioso premio de Akutagawa, sé sabe poco de él. Se puede decir que no cuenta con una fama avasalladora como autores que ya se hizo referencia con anterioridad sin embargo este libro en específico es un ejemplo de cómo te puede atrapar una aparente sencilla narrativa y una historia fresca y lozana. No solo Miura puedo desligar los lazos familiares que se vuelven melosos, sino mostrarlos en una descarnada manera de liberarse de ellos, incluso herirlos sin conocimiento de causa. Quizás rebeldía, quizás era el destino de uno de los protagonistas de la historia, pero el camino lo conduce muy lejos, tanto que su sombra no se dibuja ni con los ínfimos rayos de sol, su familia, su todo, para volverse en algo totalmente nuevo. ¿Quieres saber un poco más de la cultura japonesa dejando de lado  el “pop” en esto? Te invito a que leas este libro que contiene poco menos de 100 hojas, te puedo asegurar que cuando empieces con la primera página estarás invitando a tu vida a Ryota quien puede estar cometiendo o no, lo mejor que le haya pasado a su vida, un padre confundido de la elección de un hijo que lo creía hasta hace poco un mocoso insustancial y una madre herida por querer recuperar lo irreversible.

“Lejos de casa” es sin dudas una historia que te atrapará como un buen anime o manga  sin sentir el peso de las palabras que serán tan livianas como la sonrisa al ver el ova que tanto estabas esperando o un nuevo tomo que será publicado. La oportunidad a este tipo de autores es la oportunidad que te estas otorgando para explorar ese Japón que está detrás de las puertas de hogares de los pobladores del sol naciente. 

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