La borrasca de las
memorias de mi niñez se difuminaron y mis lágrimas perlaron mis ojos, solo un
pequeño sollozo prorrumpió en lo profundo de mi garganta deslizándose
paulatinamente desde lo profundo de mis cuerdas vocales y mi garganta se cerró.
Tomé el control remoto con mis manos trémulas por emoción, quizás me conmoví en
demasía pero era inevitable, un último beso y la figura se desvanece. De las últimas
escenas que mis ojos captaron, la pantalla se tornó negra y los créditos aparecieron.
La primera película que vi de este magistral director y puedo decir (dejando de
lado la clara preferencia que siento por su obra cinematográfica) que ha
encontrado la forma de tocar las fibras sensibles de todo tipo de público.
Expande tu mente
conforme pasa la marejada que confrontas cada día, una clara invitación implícita
en el mundo de un castillo ambulante, brujas, hechizos, lazos entre un tierno
totoro con una niña o explorar otro mundo lleno de fantasmas y sombras en un
pueblo. ¿Acaso se puede pedir un nivel más alto de calidad creativa en las
escenas exquisitas, diálogos inteligentes con un toque que no se apetece moral
sino educativo y personajes singulares que dudarías verlo a cargo de alguien más?
¿Quién es el genio detrás de esto?
Quizás me demoré un
poco en este artículo pero no podía dejar pasar la oportunidad de desearle un
feliz cumpleaños a este director que ha provocado miles y diversas reacciones
con sus filmes.
Hayao Miyazaki no solo
es el director de “el viaje de chihiro” “Mi vecino Totoro” o “La princesa
Mononoke” por mencionar algunos, sino es mangaka, ilustrador, productor y
fundador (junto con Isao Takata) del prestigiado estudio Ghibli, y todo esto
nos aclara que cualquier película tiene en cualquier parte su sello personal.
Nacido en Tokyo Japón el cinco de enero de 1941 en un ambiente con una
solvencia económica estable puesto que su padre se dedicaba a construir timones
para los aviones de combate durante la segunda guerra mundial; no obstante el
ensordecedor ruido de las bombas será un recuerdo que confiesa que no se desvanecerá
con facilidad. La conmiseración se desarrollara prontamente en ese niño de
apenas cuatro años de edad que tocó percibir en carne propia los horrores de la
guerra incluso gozando de un estatus privilegiado en ese entonces.
Como un joven promedio era atraído por los mangas , que más tarde serán una influencia para él. No sería
una gran sorpresa cuando su interés rebaso el de cualquier ávido lector para traspasar
la frontera y estar en el segundo plano: crear con su propio estilo. Sin
embargo con su resolución por su amor al manga y al anime sus sueños parecían que
se truncarían al enfrentar la responsabilidad de tomar el negocio familiar. Curso por ese mismo motivo estudios en ciencias económicas, pero por una feliz casualidad su profesión se tergiverso y termino
trabajando en Toei Animation. Las piezas estaban puestas como un perfecto juego
de ajedrez y el jaque mate a punto de desenlazar definitivamente lo que
representa Hayao Miyazaki para la animación hoy en día.
La relación del ser
humano con la naturaleza es palpable en la mayoría de las películas . Actualmente, es triste decir que dejamos
de lado la simbiosis que convivimos día tras día con nuestro propio entorno
para centrarnos en un consumismo que raya limites catastróficos. Llanamente no
nos damos cuenta que la misma tierra tiene una voz y la ignoramos. Miyazaki no
falta que lo plasme de esta forma, con su narrativa visual te emprende en un
viaje de profunda reflexión. No con menos importancia encontramos la vitalidad
de la erradicación de lo bélico, el poder de la figura femenina, siendo tan
degradada como un acto inveterado desde tiempos inmemoriales en el
oriente, el progreso, el control del miedo ante los cambios, el individualismo luchando
contra la propia soledad. Y podría plasmar una retahíla de todo lo positivo que
hallas en su trabajo y no terminar. Por otro lado los colores, las formas en
los dibujos, el escenario desde la perspectiva animada. No perderemos la esperanza que tenga un lápiz e ideas en ristre para ser plasmadas en papel.
¡Felicidades Hayao!