martes, 3 de octubre de 2017

Porque NO subestimar el anime

Desde que la cultura “pop” japonesa, traducida en mangas, animes, música, en conclusión la industria asiática del entretenimiento, se fue introduciendo al mercado occidental por la buena aceptación de un público ávido por algo nuevo fuera de los limites estéticos y culturales occidentales que consumimos a diario en diferentes aspectos de la vida, era de esperarse el gran número de seguidores que consiguieron los dibujos anormales, a lo que se estaba acostumbrado, de grandes ojos, rasgos extraños y violencia un tanto explicita en muchas ocasiones. La nueva generación de ese entonces aceptaba gustosa un nuevo estilo de animación que era antiquísima a lo que se pensaba. El anime se remonta a mediados del siglo XX, de hecho se había utilizado este medio como arma de manipulación en la población para apoyar los ideales radicales en la segunda guerra mundial. En 1989 más del 30% de revistas y libros estaban clasificados como mangas, constituyendo un fuerte mercado dentro del país naciente, pero no tardaría para expandirse en otros lados hasta llegar literal al otro lado del mundo. El manga incitaba en algunos aspectos un tanto considerados tabús una urdida delectación en sus lectores, causa que no era de extrañarse puesto que la cultura japonesa la sexualidad hasta la fecha no es un aspecto tan liberal como se tiene pensando, pareciera que lo trataran como el obelisco desvergonzado que gira en torno de sus vidas como algo básico pero no aceptable. Japón es un país de pensamientos y acciones contradictorios, de una cultura fascinante, ancestral combinada con su potente tecnología. Por ello y más hay tantos seguidores fervientes por comprender la cultura.






No olvidemos que en la historia hay dos versiones, y la primera es la demostración de la influencia benigna en el público. El otro lado de la moneda cuenta una historia completamente distinta. Aunque hay muchos defensores de esta ubicua cultura, porque si nos ponemos a pensar detenidamente hasta la generación de nuestros padres pudieron disfrutar historias como Candy Candy o de los hermanos que gozaban del género mecha con mazinger z, no faltan el mismo o mayor número de detractores. Lo hemos visto con el caso de la desaparición del anime en televisión abierta y privada, por el alegato de un numero de retrógradas que defendían un supuesto daño moral por el contenido un tanto controversial en las animaciones del sol naciente. O los mismos enemigos eran otros y estaban más cercanos a lo que pensábamos.





El enemigo es tu amigo

Muchas quejas inundan las redes sociales, las opiniones expuestas de otro grupo de radicales: los fanáticos. Porque muchas veces no podemos llegar a comprender porque la persona promedio ve con malos ojos a todos los que gustan del anime, y eso en muchas ocasiones deriva de la mente cerrada de las personas, pero también hay otro motivo, y son los mismos que defienden tanto a lo que aman que lo llegan a idolatrar colocándolo como punto eje de su vida, y con acciones burlescas y sin fundamento, desmeritando el arte del anime como los que gozan de este. No se habla de las personas que hacen cosplay, o están al tanto de lo último de animación. Sino los que demuestran que si viene de Japón es un éxito asegurado y lo apoyan idealizándolo sin hechos ni fundamentos. No son capaces de desarrollar un ojo crítico imparcial. Los primeros que dejan mal parados a todos los que apoyamos a la industria japonesa de entretenimiento son los que dicen amarla incondicionalmente, como si fuera un amor obsesivo que al final resultara en un desastre.





El público no se conforma con poco


Otro de los grandes errores cuando se trata de anime, y en los recientes casos de adaptaciones de obras tan épicas de manga o literatura, es cuando subestiman y quieren generalizar al tipo de seguidores que explique en el primer párrafo como si todos actuaran de la misma forma creyendo que por poner el nombre de la obra será un éxito asegurado. El preámbulo del tema principal engloba la decadente muestra que la industria occidental no se detiene en tratar en cuanto a tratar de apoderarse del gusto de este “particular público”. Por ello son cada vez más las decepciones en cuanto adaptaciones de anime a la pantalla grande se refiere. Los afanosos intentan comprar los derechos sobre tal anime para catapultarlo a un público con índole mayor fuera de los fans originales, hasta ese punto todo suena excelente. ¿Pero qué pasa cuando la producción, dirección y actuación resultan mediocres? La respuesta es obvia, el producto final es igual de mediocre y peor aun cuando se genera una ola de frustración de parte de los seguidores que esperaban un resultado sino fuera excelente mínimo decente. Y el problema no es apegarse cien por ciento a la obra, como lo justifico en el caso de death note, sino de jugar con la inteligencia del espectador. Ya sea un conocedor o alguien totalmente ajeno a lo que está viendo, la respuesta negativa es irremisible para la productora que se siente hasta ofendida por el rotundo fracaso. No solo se trata de titular a la película igual que la obra original, o nombrar a los personajes de la misma forma, sino de crear una simbiosis entre todos los elementos tecnológicos y artísticos que requiere cualquier producción cinematográfica.





El anime es cultura


Otro de los crasos errores para los aventureros y ambiciosos que quieren apropiarse de la fama establecida de algún anime es sin dudas que no conocen lo que harán. Pareciera que solo leyeron un resumen en algunas de las tantas páginas disponibles en internet o hablaron con fans no tan ilustrados, para que al final el espectador quede totalmente confundido por lo que acabo de ver. Porque la esencia y el tema principal de la historia no se asoma ni por error. El anime o mejor dicho manga, recordando que el anime es la adaptación animada de la manga, es una forma de expresión artística tan válida como cualquier libro, comic o novela gráfica. Así que el nivel de dificultad aumenta cuando se trata de adaptar un libro en un guion. Cuestión que pasan por alto los productores y nos entregan resultados tan pobres como lo observamos lastimeramente en la película “ghost in the Shell”, a pesar de contar con publicidad, medios y un elenco popular (aunque no talentoso) solo fue una decepción para los fans y una película del montón para los demás. Si se tomara más en serio cuando se voltea a ver alguna obra asiática como lo hacen con los libros de Stephen King (siendo sus obras las de mayor número de adaptaciones en la pantalla grande) la historia fuera totalmente distinta y mi opinión no oscilaría completamente al rechazo. Pero no es así, por ello empecé este tema invitando a los lectores de este artículo a ser críticos con la primera instancia: la industria japonesa, para que se establezcan verdaderos filtros de calidad y no solo nos conformamos, no obstante también debemos ser imparciales, porque puede que pronto llegue una gran película basada en la idea de algún manga o anime favorito y no nos agrade por no estar apegado al guion original. En este caso se busca que se tomen con verdadera conciencia lo que harán, ya sea una simple alusión o la adaptación, pero deben hacerlo bien y  con las personas adecuadas para dirigir un proyecto que no puede sino es prometedor. Uno de los grandes directores de terror es Takashii Miike y con su película basada en el manga homónimo del mismo nombre “ichi the killer” podemos observar la maestría de un gran director conjugado con una gran historia. ¿Veremos algún día un gran director como Quentin Tarantino, que está familiarizado e influenciado por la cultura japonesa, dirigiendo una de nuestras historias asiáticas favoritas? Sería interesante que alguien apostara por tal proyecto, y podríamos ver como se quiebra todo los paradigmas que encierra y desprestigian a muchos creadores maravillosos de Japón.






Una oportunidad

Hay un gran número de personas que consumen anime o manga diariamente y dicen que no es necesario que lleguen para otros sectores, el sentimiento de predilección los hacen sentir únicos, y el sentimiento de envidia los apoderan. Pues no es necesario, cuando hay algo bueno debe ser compartido para y por el mundo. Si hay adaptaciones que por el momento no son buenas, es un primer paso, si hay críticas constructivas es porque están prestando atención a esos dibujos de características específicas. No quiero que nosotros que seguimos y amamos todo esto, lleguemos a caer en una munificencia ante la industria. Merecemos y debemos exigir calidad cuando observemos en cartelera el título de uno de nuestras historias favoritas, pero de igual manera debemos tener la mente abierta para aceptar nuevas percepciones y asimilar diferentes versiones. Todo lo que podemos esperar es una oportunidad que poco a poco (aunque no parezca) se va desarrollando. En nosotros como consumidores tenemos la opción que esto mejore y nos tomen como un público crítico y ansioso de una buena historia y no como un pelotón de desatinados que se conforman con poco o con nada, o no pueden aceptar ni de broma algo fuera de lo usual. Tener la acción de defender la cultura pop japonesa con inteligencia y determinación.






Esto fue una breve explicación de un punto de vista que trato de ser imparcial respecto a los pensamientos que se observan en hechos cuando se toma un anime u obra japonesa para explotar su popularidad incorrectamente, sin embargo tilde como nosotros mismos podemos ser los primeros detractores y porque tienen una percepción equívoca del público potencial, porque sin dudas los que hemos seguido este ambiente somos un público exigente y solo esperamos un trabajo arduo y satisfactoria. Esperemos que el descontento que hemos expresado lo tomen en cuenta para que en un futuro podamos ver no solo una fachada sino contenido.  

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